domingo, 21 de abril de 2013

Entrega 20/4/2013

Si bien en un primer momento se comenzó analizando la arquitectura como una serie de objetos que se van implantando sobre el terreno, creando un nuevo paisaje, donde lo artificial se va relacionando con lo natural hasta ir produciendo una simbiosis, en ésta nueva fase de trabajo, se detecta la posibilidad que éste tipo de arquitectura produce en cuanto a producción de ambigüedades y espacios intermedios.
De repente, empiezan a aparecer una serie de intersticios y a cobrar importancia, lugares exteriores, pero a la vez interiores. Un exterior domesticado. Lugares perfectos para la relación comunal.
La riqueza que tal ambigüedad produce llena el proyecto de posibilidades. En un principio la idea que se plantea es actuar en éstos intersticios adaptándolos para las distintas actividades de descanso y esparcimiento. Creando gradas, bancos, taludes, plantaciones…
La discontinuidad de elementos comienza a hacerse algo continuo… Lo que eran abstractas losas de hormigón se van cualificando, y aunque manteniendo una continuidad, van  variando sus funciones, ahora una cubierta, en otro momento una rampa, o una escalera, o bien un muro perforado con huecos en una dirección o en otra. Huecos, que al superponerse, van produciendo distintas situaciones de transparencia y opacidad.